
AROMAS DE LEYENDA: LOS ORÍGENES DEL CAFÉ
Es tu bebida favorita. Lo tomas al levantarte, te acompaña mientras estás trabajando, te sirve de excusa para citarte con tus amigos, y en ocasiones, incluso, te lo llevas a todas partes en un termo. Como a nosotros, el café te encanta, y no podrías vivir sin él. Pero, ¿sabes de dónde viene, cuáles son sus orígenes? Por si acaso, te lo contamos brevemente en el post de hoy.
Los orígenes históricos del café son son algo inciertos y están envueltos, cómo no, en un aroma mítico. Lo que sí es seguro es que el cafeto, el arbusto cuyo fruto es el grano de café que tan bien conocemos, es originario de África, concretamente de Etiopía (antigua Abisinia), donde crecía de manera silvestre en la región montañosa de Kaffa, en el suroeste del país.
La leyenda más popular que nos ha llegado sobre el origen del café cuenta que su descubridor para el consumo humano fue Kaldi, un pastor de cabras que vivía en la región. Kaldi estaba en el campo con su rebaño y una noche no pudo creer lo que veían sus ojos: las cabras, en lugar de echarse a dormir al ponerse el sol como de costumbre, permanecieron despiertas e inusualmente estimuladas hasta que llegó el nuevo día.
Explorando la zona, Kaldi comprobó que junto a los pastos crecía un arbusto cuyos frutos habían devorado las cabras. El pastor se decidió a probarlo y aquella noche pudo experimentar por sí mismo el singular y poderoso efecto estimulante de la cafeína.
La leyenda no está históricamente datada, pero la teoría de que los humanos comenzaran a consumir café después de ver el resultado que la ingesta de los frutos de la planta tenía en los animales no es en absoluto descabellada.
A partir de ahí, seguir el rastro del café, de la expansión de su uso y consumo sí puede hacerse recurriendo a fuentes históricas. En el S. XV se sabe que algunas congregaciones de monjes sufíes de Yemen lo bebían para permanecer despiertos durante sus rezos. De Yemen pasó a Arabia, donde comenzó a ser consumido también por la población laica, hasta que comenzó a hacerse popular. Fue en ciudades como La Meca y El Cairo donde se abrieron los primeros cafés (los establecimientos), en los que el energizante y delicioso elixir se bebía mientras se conversaba, se jugaba al ajedrez, se escuchaba música… Concretamente en El Cairo, se sabe que en 1630 había ya más de un millar de cafeterías.

Fueron los árabes lo encargados de difundir sus bonanzas y de extender su uso a otros países como Egipto, Persia, Turquía… En esa misma época, alrededor del año 1600 el café llegaría a Europa en los barcos de los siempre emprendedores mercaderes venecianos, y un poco más tarde a los Estados Unidos.

En ambos continentes, y en solo unas décadas, el café, gracias a su intenso sabor y a sus innumerables y beneficiosas propiedades, se convertiría en la bebida más solicitada por la población tanto en el Viejo como en el Nuevo Mundo; la historia de un éxito que, más pronto que tarde, os contaremos –como ahora mismo, taza en mano– en un nuevo post de nuestro blog. ¡Salud!